Los tornillos del suelo los dejé a la vista para, una vez terminado el verano, poder quitarlos, abrir la casa y limpiarla para la primavera siguiente. Pero el resto de tornillos preferí taparlos para que no se vieran tanto. Lo hice introduciendo unos tubillones en los agujeros de los tornillos donde previamente había echado un poco de cola blanca.
Una vez colocados el siguiente paso es cortar el sobrante. Yo lo hice con mi súper sierra japonesa. Es una maravilla.
Y este es el resultado:
Como ves la madera no es del mismo color pero a diferencia de los tornillos, este efecto de dos maderas sí me gusta.
El siguiente paso fue perforar el agujero que servirá de entrada a los futuros moradores.
Y a continuación añadí un trozo de palo redondo que tenía por ahí, por si a los pajarillos les resulta cómodo para posarse, y más tarde empecé con el tejado. Para ello utilicé unos trozos de madera de pino que además está tratada para exterior por lo que será un poco más resistente y soportará mejor la lluvia.
Le puse tornillos que también tapé con tubillones y además lo reforcé con clavos. Como tampoco me gustaba mucho que se viera tanto la cabeza de los clavos, lo que hice fue cortarles la cabeza con unas tenazas y después terminar de martillarlos. Así se ven , pero menos 😉
Finalmente añadí una ventanita (falsa, no tiene vano) y una chimenea (falsa también) 😅
El tejado lo pinté con un esmalte de exterior y las paredes con lasur color roble claro. Ahora solo queda colgarla de un buen árbol y esperar que a algún pajarillo le guste y decida criar en ella.
Aaaaadiós.
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